miércoles, 27 de enero de 2016

LOS TXUMINOS IMBERBES .. y un poco de mí. (PARTE I)



Hay gente cuyo sentido de la vida es hacer felices a otras personas, aunque sea durante un rato. Están los artistas, las animadoras infantiles, humoristas... los payasos... y,  para mí, y por encima de todos ellos, están los Txuminos Imberbes.



El penúltimo chascarrillo con los Txuminos fue en un escenario tan poco rockanrolero como es el de la sala de duelos de un tanatorio. Juan, alguien muy cercano, (compañero sentimental de mi madre durante 25 años) había fallecido. Justo ésa noche tocaban los Txuminos con los Aulladores en el Jimmy Jazz, icono punki de mi barrio, Vallekas.

yo me encontraba en ése estado en el que simplemente estás por estar, después de pasar bastantes horas haciendo flashbacks mentales de las historias vividas con el compañero que se fue. Y, sentado en un banco enfrente de la puerta de la sala, me hallaba hablando de cosas sin importancia con algún familiar o vecino, o simplemente dejando pasar el tiempo, cuando de repente, al final de ése pasillo de 200 metros que daba acceso al mortuorio, ataviados con sus chupas de cuero, sus pantacas-pitillo y sus "happy-Luck", como si la portada Ramoniana del "Too Tough to die" cobrase vida, aparecieron los cinco Txuminos con la Juani (tour manager para la ocasión).

Habían venido para consolar a la Nani, mi madre, y fue entonces cuando mis lágrimas cambiaron el sabor de la amargura, tornándose dulces de emoción; lágrimas entrañables que definen, de alguna forma, el orgullo de tener una relación que trasciende a lo amistoso, incluso a lo familiar.

No en vano, y para que os hagáis una idea, el Pitonio, mantiene una relación epistolar con mi madre. Cuando ella recibió la última carta, a pocas semanas de la muerte de Juan, me llamó emocionada, y, entre lágrimas y carcajadas, intentó leerme un par de folios cuyo contenido literario, no tiene desperdicio:

"...Creo que nunca te he agradecido la hospitalidad que has tenido con nosotros durante tantos años, tanto conmigo como con todos ésos amigos que te colocábamos en tu hogar (ésas personas que viven de trabajos ocasionales, subsidios y a los que apenas se les entiende cuando hablan) ..."
"...Recuerdo una de las primeras veces que estuve en tu palacete de Pablo Neruda. Me estaba duchando, y en ésas que apareció Roberto y alivió su vientre mientras yo estaba bajo el agua. En ése momento descubrí la confianza que dabais a los invitados. Cuando dos personas comparten el acto de cagar y ducharte en pocos metros cuadrados es que perteneces a su círculo íntimo...."

"Llevo año y medio viviendo en una "mansión". Imagínate, puedo mear y abrir la nevera sin mover los pies. cómo me dijo la casera el día que me alquiló éste cuchitril, es 'un hogar coqueto y funcional', pero estoy muy contento. cuando hago limpieza general tardo 5 minutos en dejar impecable este agujero debido a su reducido tamaño. Son todo ventajas"

"... acabo de darme cuenta que voy por la segunda hoja y ni siquiera me he presentado, quizás todavía te estés preguntando quien 'cojones' te está escribiendo. Soy Pitonio (metro y medio, narices gordas)..."


Conocí al Pito en Cuevas del Valle, bonito pueblo ubicado en la sierra de Gredos abulense. Carlos "El Jerezano", amigo de la cuadrilla de allí, se había traído a su amigo "el punki". Justo veníamos de patearnos durante tres días, todo el puto circo de Gredos y andaba tan follao como sediento de botellines, así que me quedé un rato con Carlos y el que, a la postre sería, uno de los mejores amigos y personajes más grandes que he tenido la ocasión de conocer.

El Pito me resultó entrañable a primera vista; bajito, ojos grandes y redondos,  unas cejas que acompañan el ritmo de su conversación, una porra contundente y un tanto "milikiana", y una sonrisa infinita;  eterna. Para todo ello se requiere de una gran cabeza, de la cual dispone. Lo que no logro entender es cómo un corazón tan grande puede entrar en ése cuerpecín de arroba y media. El nabo (todavía era pronto) no llegué a testearlo, pero a los pocos años supe de la eficacia de sus lefadas, y a cuyo primer hijo le puso mi nombre.

En todo caso, el día en que nos conocimos, no sé si vinieron antes las birras o las presentaciones, pero al poco rato, ya coincidíamos en lo grandes que eran los Ramones y en cómo molaban La Polla Records antes de  quitarse el "apellido" y meterse al Hard-Rock.
No sé si ése año (sería 1994) o el siguiente, conocí a los hermanos. También en Cuevas del Valle. Eran como zipi y zape, pero punkis. Quizá se corrió la voz de que en Cuevas te la podías agarrar bien gorda a un módico precio y encima era un pueblo bonito de cojones, y donde deambulaban curiosos personajes (para definirles tendría que hacer una especie de glosario que ahora  no voy a hacer, ya que  Los Txuminos me avisaron para escribir esto hace 8 meses, y el Pito ya me ha dao el tocal porque por lo visto en tres días tienen que llevar los textos de este libro a la imprenta) ; No sé. El caso es que en el verano de aquel año, conocí a dos personas que, a la postre serían muy importantes en mi vida, especialmente el Muelle, con el que desde entonces, rara es la semana que no hablemos por teléfono para hablar siempre, de cosas muy importantes.

Tengo que decir que fue el Rubio, Juanma, el que me llamó más la atención. Tenía pintas de sicobilly y una camiseta de Demented A.G. Una sonrisa continua, siempre presente. Unos ojos azules claros por el centro y de color rosado el resto, debido a que fumaba canutos como si no hubiera un mañana, y no hablaba; solía contestar con  monosílabos, "jim" (afirmación), "ein?" (duda) -Decir que "no" a algo es algo que siempre les ha costado a todos bastante-. Recuerdo que, a los dos años de este primer encuentro (sus excursiones a Cuevas y Vallekas se convirtieron en una sana costumbre en los años siguientes) una baza el Rubio dijo algo así como "Quiero un quinto, pisha" y hubo bastante guasa con éso "Ostias!! que el Rubio ha dicho 4 palabras!!! seguidas!!!

El Muelle, en cambio, era de diálogo vivo. Siempre tenía un chascarrillo que contar, y una especie de magnetismo que es como si te dieran ganas de abrazarle. Físicamente no se parece nada a su plas. Si aquel tenía los ojos coloraos del fumeque, al Muelle, con la moca,  se le solían caer los párpados a mitad de la noche, pero así te podía aguantar hasta bien entrada la tarde del día siguiente. Incontables han sido los mocarrales de calidad que me he pillao con el Muelle. Largos, buenos, y siempre de risas. Nada de trufas chungas ni de pedos existenciales. Daba igual que estuviéramos en Vallekas, en Cuevas, Jerez, Cáceres o Ponferrada, donde coincidimos en unos cuantos "Freaklands" (el mejor festival del mundo). Y mirad que Ponferrada está a tomar por el orto, pero estos siempre hacían ganas, se pegaban miles de kilómetros para estar con sus amigos en cualquier sarao fuera un festi, o simplemente porque hacía tiempo que no lo hacían. Me acuerdo que los años del Freakland, se hacían Jerez-Elorrio-Asturias-Ponferrada-Jerez, estando un par de días en cada sitio. Al Muelle no le dejaban conducir. Supe porqué cuando en tiempos en los que yo hacía las veces de manager de los Rip KC, el Muelle se ofreció para llevar la furgoneta para un concierto en Alcázar de San Juan, y  nada más alquilarla, de camino a kerfo para recoger las cosas e iniciar el viaje, en la primera curva mandó un retrovisor al carajo. Se piñó con algo, no sé si una farola extrema u otra furgo aparcada en doble fila, el caso es que yo tampoco lo ví, ya que iba tan morao como él. A pesar de que nos hicimos amigos muy pronto, no supe que se llamaba Miguel Angel (se llama y apellida igual que Morfi Grey, cantante de la Banda Trapera del Río), hasta que se hizo con una cuenta de e-mail, a los 10 o 14 años después de nuestro primer encuentro. Es difícil de explicar, pero es que el Muelle es todo amor. El punki más entrañable más allá de Jerez de la Frontera.... y de cualquier frontera.
Además, toca la guitarra de puta maiden. En aquél concierto del Jimmy que citaba al principio, no hace mucho tiempo, coincidíamos el Capitán Entresijos y yo, que el Muelle tendría que ser reivindicado como el auténtico "guitar hero" del punk. Y lo que dice el Capi, es la biblia. No sé si es de darle tanto callo, o fue cuando tuvo aquel accidente en nosequé maquinaria del curro, que le aplastó la mano y le dejó los dedos más largos (hasta en eso es igual que un personaje de dibujos animados), pero es impresionante la destreza que se gasta en las interpretaciones a toda velocidad de clásicos infantiles, desde sintonías de dibujos animados hasta el cancionero de "Barrio Sésamo".
Hay un chascarrillo con los dos hermanos que creo que es entrañable. Muchas veces venían al barrio, sólo para vernos. No hacía falta que hubiera un festival o algún evento reseñable. Simplemente se pegaban la kilometrada para hacernos una visita, pasar un fin de semana, y compartir lo que hubiera que compartir, mocarral, o no. El caso es que quedamos a comer a kerfo de mi plas, el incomparable Franchu. Se había separado, por lo que andaba viviendo sólo y había invitado a mi padre a comer, así que nos apuntamos todos. Mi hermano tenía una guitarra jackson-de-heavy-con-venas-super-metal y un ampli Marshall. Ocasionalmente, se la encufaba y se ponía a hacer el Slayer, lo que hacía que alguno de sus vecinos se plantease seriamente cambiar de ciudad, o incluso de pais.
Ése día, y después de una demostración de riffs indescriptibles por parte de mi hermano,  el Muelle pilló la guitarra y se cantó "canción de amor a una militante de la falange". Mi padre flipaba. Lo que se pudo reír el hombre con ésa y otras perlas que fue desgranando en un pequeño recital improvisado para la familia.

Por lo general, si un roquerillo se pone a tocar la guitarra y hay otro roquerillo que es el batería del grupo del primer roquerillo, éste se busca la vida para hacer algo de percusión y acompañarle. El Rubio sin embargo, se dedicó a pasarle los petas a mi padre.
 Fue de las últimas veces que le vi reírse tanto, ya que al año siguiente falleció. El caso es que cuando cayó enfermo  también estaban los hermanos Muelle & Rubio conmigo. Es como una especie de magia que les hace aparecer cuando les necesitas, a las duras y a las maduras.

Recuerdo que la tarde de marras también estuvo Carmelo, amigo mío desde 1º de EGB. No les conocía, pero desde entonces, al igual que le pasó a toda mi cuadrilla de amigxs, se "hizo" de los Txuminos como cuando se hizo del Athletic cuando era chinorri.  Y es que tanto los hermanos, como el resto de los "Imberbes" punkies jerezaos, gozan de una especie de atracción que te engancha, te abraza y te cuida para los restos.

Al año siguiente de conocerles, y con los Txuminos Imberbes funcionando como grupo apenas unos meses, decidí organizarles un concierto en Vallekas. Creo que ése fue el tercer o cuarto concierto de su historia.

El antro donde organizamos el evento era una especie de tugurio frecuentado por supervivientes del caballo, rockeros bohemios y perdedores en general, y regentado por un personaje que se autodenominaba "el indio", y es que el prenda era clavao al mítico indio norteamericano conocido como "Jerónimo", con el pelo grasiento como si se lo hubiesen untado con manteca, halitosis de tabaco negro, dentadura completa pero amarillenta, como tirando al color mostaza, voz rota, y buena persona como no se puede ser más. Los 30 o 40 privilegiados que presentaron ése concierto nunca podrán olvidarlo. AL principio tocamos el grupo que significó mi desvirgue en el mundo del rock, "Los impresentables" (a los años rebautizados como "Lipotimia"), grupo infame liderado por el Pelos, uno de mis grandes amigos y protagonista de historias que dan como para hacer una serie más vasta que la del Harry Poter. Éramos malos de cojones, pero la gente no sé fue. Y es que, toda la peña era, como diría Pito, de "nuestro círculo íntimo". Nosotros quedamos muy contentos con el concierto. Conseguir terminar las canciones ya era todo un éxito, aunque yo desentonase todo el rato (algo que seguí haciendo hasta hace poco tiempo -hasta qu3e dejé de cantar, básicamente-) y teniendo en cuenta que era nuestro tercer o cuarto concierto, no estuvo mal.

Cuando salieron los Txuminos a tocar, no daba crédito. El Rubio aporreaba sin compasión el timbal aéreo y lo que él llamaba "el goliá" que no es otra cosa que el timbal grande que se coloca al lao del bombo. De vez en cuando tocaba la caja, pero el caso es que de ahí salía un "tum-pa-tumpa-tumpa" en bucle que era letal; entre tanto el Muelle destrozaba su guitarra Talmus de saldo sin compasión, y el Pito berreaba (con bastante gracia, como siempre) intentando seguir al Mamé, el bajista de entonces, que era el único que sabía tocar.  Hicieron "joselito" del Kiko Veneno, a todo trapo, "yo soy flip, yo soy flop" y otras tantas perlas, y nos lo pasamos fetén.  Ahí estábamos flipando toda la cuadrilla que a la postre, serían grandes amigos de los Txuminos, el propio Pelos, Paco May & Protozoo, Jesus & Halford -el impersonator del MetalGod, Rob Halford, de los Judas Priest, y quien hizo  hizo las gestiones con el Indio para que nos dejaran tocar en algún lao, sin hacer muchos malabares.

Casi todo su repertorio eran versiones, pero hechas a su rollo. Echaban unas cuantas de los Ramones, a las que le cambiaban la letra o las hacían como les venía en gana, y de la Polla Records.

 "Componer es un coñazo", me decía el Mamé, que era un tío muy majo con pintas de fundador de Microsoft.

El Indio vendió litros de birra y Kalimocho a espuertas, y cuando al día siguiente, ya por la tarde, fuimos a recoger el equipo, nos decía "Que conciertazo, Nunca había tenío tanta gente privando en el bar".

Desde aquel día y durante los siguientes 5 años (raro era el año que no vinieran a Vallekas, no ya solo a tocar (de hecho creo que no lo hicieron hasta que tocaron en el festival "Palomeras rock" de 2000 y poco) sino a pegarse una fiesta, se quedaban a dormir en la casa de mi madre, que realmente era la casa de mi abuela. Si venían mucha gente, dormíamos todos en el "Wagon". Una asociación juvenil donde teníamos un estudio de radio, organizábamos actos culturales, manis, carnavales y todo tipo de fregaos reivindicativos-fiesteros, entre ellos el propio Palomeras, junto con otros colectivos como el Kontracorriente.


Resultó que justo el  fin de semana  del concierto en el garito del Indio eran las fiestas del Pueblo de Vallekas, y como no podría ser de otra forma, tras en recital de infamia punk ejecutada ésa noche nos fuimos a tomarla a la caseta del Kontracorriente, que por si no lo sabéis, es el mejor chiringuito del mundo. A los de la comisión de espectáculos del Kontra (después de intentarlo hacer, sin éxito, en el comité del   "Palomeras rock" de ése año), les recomendé a un grupo que la montaban de puta madre cada vez que tocaban en el Hebe (la sala más mítica del barrio, y que funciona desde el año ochenta y poco hasta nuestros días), y que se hacían llamar "Ska-P".


Dejamos los instrumentos en "el Wagon" y para ir al Kontra, que estaba bastante lejos para ésas horas, nos acoplamos todos en el ford scort de José "el mechas", guitarrista de los "impresentables"  y una persona con el que te podías partir el ojete y echarte unos bailes durante horas y horas. ¿Os acordáis del chiste de "¿cómo meter a 4 elefantes en un seiscientos? - Dos adelante y dos atrás-" ?, pues si esta cuestión se transmitiese a como nos fuimos al Kontra sería  "¿cómo meter a 4 jevis y 5 punkis en un ford scort"? - 3 delante, 4 detrás.... y el Pito y el Roberto en el Maletero". Y así nos fuimos al Kontra, a culminar nuestro primer mocarral vallekano juntos.

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